En la foto en primer plano, un gato siamés oscuro. No es un gato cualquiera. Sentado con la majestuosidad de un león en la sabana, está cuidando su territorio con serenidad imponente. Su pelaje resalta contra el fondo del acantilado y el mar tranquilo, como la melena de un león en el atardecer de la sabana.
El felino, con ojos atentos, parece vigilar el entorno con la misma intensidad que el león acecha a sus presas. Pero aquí, en su reino costero, no busca ñus ni cebras, sino ratones que se aventuran incautos por los alrededores del faro. Cada movimiento suyo, cada gesto pausado, es una demostración de su dominio sobre este paisaje marino.
El faro de la Isla Pancha, erguido en la orilla del mar, se alza como una reina sobre su reino acuático, mientras el gato asume el papel de vigilante del lugar en guardia y solemne. La isla, con su faro y su guardián felino, se convierte así en un lugar lleno de majestuosidad y tranquilidad, donde el león es el rey de la sabana y el gato, el soberano de este reino costero.